jueves, 3 de marzo de 2011

Estudiantes

(Comencemos reconociendo el vicio humano de dejar todo para el último momento. Por qué hacer hoy lo que podemos hacer mañana. Existen algunas personas excepcionales que se empeñan en demostrar lo contrario, claro, pero son eso, excepcionales.
Les solicito también disculpas por la subjetividad y la generalización comparativa.

Después de esto, les sirvo un nuevo artículo, esta vez sobre los estudiantes universitarios).

Las tradicionales licenciaturas universitarias en España se organizan, en su mayoría, en dos cuatrimestres. Después de cada uno de estos periodos, se celebran los exámenes, en los meses de enero o febrero, y junio.

Esta fórmula permite al estudiante español llevar una vida bastante desahogada. Recuerden sus años de facultad, ya lejanos, o aún actuales. Durante dos o tres meses, usted se dedica a fumar pitillos en la calle, practicar deportes de equipo, ir de cañas y tapas, beber copas baratas hasta el amanecer, ver películas clásicas, bailar con desconocidos, intentar aprender inglés. Incluso se echa unas siestas que parecen noches de sueño. Metánse en una biblioteca pública en el mes de octubre, o de marzo, y podrán escuchar el silencio.

Después, durante uno o dos meses, toda su actividad se condensa en un sólo lugar: la biblioteca o su mesa de estudio. Entonces es el momento de conseguir, subrayar, leer, comprender, resumir y memorizar los apuntes de sus asignaturas. Todos los conceptos explicados durante tres o cuatro meses se asimilan en tres o cuatro días o noches. No hay tiempo más que para estudiar. Intenten ir a una biblioteca pública en el mes de enero, o de junio, y tendrán que hacer hasta cola de espera.

Reconozco que mi experiencia académica es parcial: se limita al terreno de las letras, y mis escritos parten de esta experiencia. Sé también, porque conozco a buenos muchachos implicados, que los estudiantes para médicos, arquitectos o ingenieros, tienden a estudiar durante periodos más largos. Pero, en general, todos los estudiantes tendemos hacia la misma rutina: hacer lo máximo factible en el menor tiempo posible.

El sistema aplicado en la Universidad de Los Ángeles es distinto, pues se basa en tres trimestres. Estos periodos duran diez semanas, y son tan cortos que aceleran el paso de los días. En la mitad del periodo, durante las semanas cuatro y cinco, se celebran los exámenes parciales. Después, en las dos semanas finales, tiene lugar la segunda tanda de exámenes. En ambos casos, la cantidad de materia que uno debe estudiar es breve: son los apuntes de apenas un mes de explicaciones. Entre tanto, uno tiene que ir entregando trabajos, haciendo discursos, leyendo artículos.

Esta estructura hace que la exigencia sea mucho más moderada, pero más difusa. Siempre hay algo que hacer, pero nunca hay tanto que hacer. En la biblioteca de la universidad, la majestuosa Powell Library, siempre hay gente preparando presentaciones, consultando manuales, memorizando fórmulas. Los exámenes no son nada difíciles, y la evaluacion del alumno se fracciona. Esto hace que el aprobado sea asequible, y que poca gente pierda el año.

El sistema, por tanto, es muy diferente. Pero no se equivoquen. Los estudiantes americanos hacen exactamente lo mismo: dejan todo para la fecha final. Lo que pasa es que, en la Universidad de Los Ángeles, la fecha final se reparte entre varias fechas finales, y llega antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario