miércoles, 16 de febrero de 2011

I left my heart in San Francisco

Entre el océano Pacífico y una bahía, delimitada por dos puentes, y plagada de colinas que suben y bajan, se encuentra la preciosa ciudad de San Francisco, una aglomeración compacta y abarrotada. Destruída en el año 1906 por un terremoto provocado por la falla de San Andrés, en ella conviven gentes locales, turistas, soñadores, vagabundos, escritores y más personas orgullosas de su bahía.

Existen muchos mitos sobre la ciudad (bohemia, bonita, hippie, política), y todos tienen su verdad, su barrio, su lugar. Cada uno puede encontrar su parte, y disfrutar.

Uno puede perderse por el barrio de North Beach, donde abundan las cafeterías italianas, mientras descubre los lugares míticos que frecuentaron los escritores de la generación Beat, Jack Kerouc, Allen Ginsgberg: la librería City Lights y el café Vesubio.
Uno puede acudir al puente rojo anaranjado, el Golden Gate, icono de la ciudad, reconocido en películas y series de televisión, y disfrutar las vistas de la ciudad y la isla de Alcatraz.
También es recomendable andar por la antigua lonja pesquera, Fisherman Warf, donde venden una sopa de almeja en cuencos de pan, se avistan leones marinos y merodean turistas impacientes; o curiosear por las calles del barrio de Hight y Ashbury, donde los hippies protestaron en los años sesenta contra la guerra y a favor de la contracultura y las drogas psicodélicas. Otro lugar mítico es el colorido barrio de Castro, donde la comunidad homosexual comenzó la lucha por sus derechos.

En cualquiera de estos lugares, son fácilmente reconocibles las casas de estilo victoriano, y los tranvías y trolebuses, que permiten moverse con facilidad por las colinas empinadas de una ciudad paseable, accesible, visitable en transporte público, a la manera europea.

El jueves pasado un grupo de amigos, estudiantes en Los Ángeles, viajamos en varios coches y aviones hasta San Francisco. Éramos una mezcla variopinta de jóvenes internacionales: brasileños, españolas, italianas, chilenos, japoneses, americanas. Las conversaciones, los buenos ratos y la peculiaridad de todos nosotros parecían extraidos de los personajes de la película "Little Miss Sunshine". Juntos visitamos la ciudad, transnochamos en un hostal baratillo y fuimos parte del encanto de la ciudad.

A veces me gusta atribuir a las ciudades cualidades de personas, y si Los Ángeles es divertida, inaccesible, violenta, San Francisco es una ciudad encantadora, agradable, rebelde. Una ciudad de la que uno podría hasta enamorarse. Como yo hice el fin de semana pasado.

1 comentario:

  1. Anota todo lo que viste y viviste, que me lo tendrás que contar algún día para que prepare mi viaje por allí ;)

    Marta.-

    Ps.- preciosas fotos

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