"I have lived my life, and it was great. I just want you to have the chance I had. "
("Yo ya he vivido mi vida, y ha sido fantástica. Sólo quiero que vosotros también tengáis la oportunidad que yo tuve").
Con esta frase, Bill Clinton, presidente de los Estados Unidos entre 1993-2001, para quien el atardecer en el mirador de San Nicolás en Granada es el más bonito del mundo, terminó su discurso.
Fue el viernes 15 de octubre, una nublada noche de otoño, entre los árboles de un parque de la universidad de Los Ángeles, a dos semanas de las elecciones intermedias de congresistas y senadores. Estaba ya anocheciendo, pero las farolas y focos mantenían una luz amarilla y espesa, mientras los universitarios vibraban con las palabras emocionantes de los miembros del Partido Demócrata. Un rato antes, varios músicos habían entretenido la larga espera con canciones de los Rolling Stone, Bruce Springsteen y otros. Incluso un grupo de cantantes a capela había entonado el himno nacional, momento en que muchos se giraron orgullosos hacia la bandera americana que, junto con la californiana del oso, presidía el acto.
Este evento se enmarca dentro de la campaña electoral que recorre el país, de estado a estado, durante estas semanas de octubre. El Partido Demócrata actualmente tiene la presidencia del gobierno y controla el Congreso y el Senado. Pero el pasado y el presente indican que por poco tiempo: el pasado, porque sólamente dos veces en la historia de Estados Unidos el partido del presidente ha ganado las elecciones intermedias; y el presente, porque las encuestas señalan que los demócratas perezosos no van a acudir a las urnas y los republicanos van a acudir en masa, todos ellos decepcionados por la labor de Obama.
Con la intención de despertar a un sector de sus votantes, el Partido Demócrata de California organizó un "meeting" político en la universidad, donde estudian, viven y sueñan muchos de sus fieles seguidores. Acudieron el candidato a gobernador, Jerry Brown; el candidato a vice-gobernador, Gavin Newsom; y el ex-presidente Bill Clinton. Los dos primeros expusieron sus propuestas para el estado de California. Sus discursos fueron cortos y brillantes, y la audiencia gritó y coreó sus nombres. El presidente Bill Clinton fue el encargado de cerrar el acto. Su voz sonaba envejecida: parecía la de un actor de película de sobremesa. Su discurso fue largo y espectacular. Apoyó a sus compañeros, y comentó medidas concretas de sus políticas. Pero sus mejores palabras fueron las que buscaban encender la emoción de los oyentes. Clinton invitó a no volver al pasado, a seguir construyendo el futuro, a creer en los jóvenes y en la tierra de California, a cuidar las tierras de la naturaleza. Los norteamericanos universitarios creyeron a su líder, le miraron embobados, aplaudieron su discurso.
La retórica de los oradores había sido apasionada y directa. Aludieron a sentimientos y encontraron su objetivo: los oyentes devolvieron la pasión entusiasmados. Entre todos ellos, Ayketin, un turco hincha del Galatasaray; Pablo, un bilbaíno con el que comparto cervezas y buenos momentos; y yo, vuestro servidor, atendíamos envueltos por la atmósfera del momento. Pablo y yo nos mirabamos, sintiéndonos en otra época, en la década de los setenta, clamando por los derechos civiles de todo el mundo.
Los políticos norteamericanos suelen presumir de que la sociedad civil norteamericana es mucho más vibrante que la europea. Quizás tengan razón. Al menos en estos años. Dudo mucho que alguna vez vaya a un "meeting" político en mi país. En éste, sin embargo, estuve encantado.
síiii! manifestándonos por la paz durante los años de Vietnam! jajaja!
ResponderEliminar