miércoles, 9 de marzo de 2011

Crítica al mundo de los adultos

"Somoza may be a son-of-a-bitch, but he is our son-of-a-bitch".
"Somoza puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".
- el presidente americano Roosvelt, in 1939, sobre Anastasio Somoza, dictador de Nicaragua desde 1936 hasta su asesinato en 1956.
Tomo prestada la anécdota de Aytekin, un amigo turco.

Eran otros tiempos, durante la Guerra Fría: las dos superpotencias Estados Unidos y la Unión Soviética se dedicaban a jugar al risk con el mundo para expandir sus ideologías: el capitalismo y el comunismo. Para ello, ambos países apoyaban a dictadores, provocaban golpes de Estado, o armaban revoluciones. Cualquier medio era válido para defendir la ideología global. En uno de tantos casos, Estados Unidos defendió a la dinastía de los Somoza, dictadores de Nicaragua, que se mantuvo en el poder hasta 1979.

Los primeros meses del invierno de 2011 han sido protagonistas del levantamiento de los pueblos árabes contra sus dictadores. Túnez, Egipto, Libia. También hay protestas en Yemén, Omán, Bahrein, Argelia, y Marruecos. Y aún quedan muchas revoluciones contra dictadores por suceder, que sucederán, en estos y otros lugares del mundo: Cuba, Korea del Norte, Arabia Saudí, etcétera.

Estos acontecimientos provocan en un joven occidental, en primer lugar, admiración: tarde o temprano, ningún tirano está a salvo del hartazgo de su pueblo. Las opiniones de todas las personas se tienen en cuenta a la hora de gobernar, y la democracia se expande en el mundo.
Estos acontecimentos también provocan orgullo, pues han sido los jóvenes quienes han liderado los movimientos.
Estos acontecimientos también provocan incertidumbre: los rebeldes no tienen un plan político asentado e inmediato. Existe miedo por la radicalización de las oposiciones en alza. Muchos rebeldes son jóvenes árabes que sólo quieren libertad, dignidad y futuro. Quieren elegir su vida, y tienen derecho a ello. Les da igual la política.

Estas revoluciones también se pueden mirar desde la perspectiva del adulto de Estados Unidos o Europa. La perspectiva de ese que, con el culo en su salón, lee las noticias en el Ipad. Entonces, la perspectiva cambia, claro.
Para los europeos, lo más preocupante de estos acontecimientos son la subida del precio del petróleo y la posible llegada de inmigrantes del norte de África y Oriente Medio. Para los americanos, lo más preocupante de estos acontecimientos son la subida del precio del petróleo y el juego de alianzas de los países árabes con Israel. A cambio de que todo esto permanezca en calma, los políticos occidentales han abrazado sin rechistar la eternidad de los dictadores que ahora están cayendo. Ningún país democrático occidental hizo nada por mejorar la situación de estos pueblos.

Desde una mirada alejada de la política, esta posición resulta difícil de entender. Es lo que los expertos llaman intereses geopolíticos, realpolitik, o diplomacia política.
La sentencia de Roosvelt puede despejar bastantes dudas: eran hijos de puta, pero eran nuestros hijos de puta.

(Este artículo no tiene vocación política. No es una crítica a gobiernos de derechas ni a gobiernos de izquierda, sino una crítica a todos los gobiernos poderosos. Creer en una política internacional diferente, verdadera, multilateral y democrática suele calificarse de idealista, inocente, de jóvenes. Este artículo es una crítica al mundo de los adultos: seremos jóvenes y pensaremos como tal hasta cuándo nos dé la gana, incluso cuándo ya no lo seamos).

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