miércoles, 13 de octubre de 2010

Frente a frente con Bruce Willis

Grandes estrellas de cine y del rock and roll. Glamour. Caras guapas y conocidas globalmente. Famosos en la cumbre o declive de sus carreras. Derroche de dinero y vicio. Todo eso es lo que uno espera ver cuando viaja a Los Ángeles, o lo que se imagina que va a encontrar. Al menos eso es lo que todos asociamos con esta ciudad y, más concretamente, con el barrio de Hollywood. La realidad es que esta zona de la ciudad tiende a desilusionar al visitante y que todo se reduce a las calles Hollywood Boulevard y Sunset Boulevard, en cuya esquina se encuentran el Teatro Chino y el Paseo de la Fama.

Yo aún no he recorrido estos rincones lo suficiente para formarme una opinión sobre el lugar. Pero el lunes pude comprobar que sí es posible ver a esos actores y estrellas del mundo del cine y la televisión.

Ya habían pasado las tres de la tarde y yo descansaba en mi habitación, después de comer con mi amigo Alex algo de pasta y filetes. Julia me avisó entonces de que esa tarde era el estreno en el Teatro Chino de la película "RED (Retired Extremely Dangerous)". Sus protagonistas son Bruce Willis, Morgan Freeman, John Malkovich y Helen Mirren. Habíamos quedado en poco tiempo en la estación de autobuses de Ackerman. Cogí la cartera, mi cámara de fotos y bajé caminando a prisa. Allí nos encontramos Julia e Iván, dos grandes amigos con los que comparto aventuras en Los Ángeles, y Stefano y Mateo, dos chicos italianos que también estudian aquí.

Tiempo después llegamos al famoso barrio de Hollywood. Doblamos una esquina y empezaron a aparecer las estrellas grabadas en el suelo. Bob Marley. Miles Davis. Johnny Depp. Chuck Norris. John Fogerty. Entonces llegamos al punto donde la gente empezaba a amontonarse: la acera de enfrente al Teatro Chino, donde una alfombra roja cubría la entrada. La gente llevaba posters de la película, papeles para autógrafos y fotos gigantes con las caras de los protagonistas. Poco a poco, fueron llegando coches de lujo y algunos actores iban posando en la alfombra roja. El primero al que reconocimos fue a John Malkovich, que saludó timidamente a los que esperabamos pacientemente. Poco después, un hombre negro, elegante y esbelto, bajó de uno de los todoterrenos. Reconocí rápidamente su cabeza con pelo afro. Era Morgan Freeman. La gente gritó su nombre sin parar. Pero él siguió adelante por la alfombra, posó para los fotógrafos y entró en el teatro. Mientras tanto, más mujeres guapas y hombres con esmoquin andaban y eran fotografiados por los periodistas. Uno de ellos era Silvester Stallone, que venía a apoyar a su amigo Bruce Willis. Yo tiraba fotografías entre las cabezas de la gente, aunque no reconocía a ninguno de mis objetivos, casi todos ellos de espaldas a nosotros.

Y el mejor momento llegó con el último de los actores en aparecer. Bruce Willis bajó del coche y miró hacia donde estábamos todos los espectadores. Fue al paso de cebra y cruzó la calle rodeado de guardaespaldas (uno de ellos era enormemente gigante). Entonces recorrió la calle, en paralelo a todos nosotros, haciendo paradas cada tres metros para dejarse fotografiar, con una sonrisa gigante, traje negro perfecto y camisa blanca. La gente, de muchas nacionalidades, enloqueció, gritó su nombre, corrió por la calle para poder verle de cerca. Y en ese momento entendí que Hollywood es mucho más que tres calles, dos teatros y muchas estrellas. Hollywood es un concepto, una idea. Es un lugar donde se fabrica la cultura popular del mundo, donde se fabrican películas, imágenes y personajes que dan la vuelta al cielo y vuelven a Los Ángeles. Y que todos somos capaces de reconocer cuando caminamos por estas calles. Eso es Hollywood.

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