domingo, 23 de enero de 2011

Universidad de California de Los Ángeles (UCLA)

La Universidad de California de Los Ángeles (UCLA) fue fundada en el año 1919, tiene aproximadamente 40.000 estudiantes y ocupa la posición número once en la clasificación anual de universidades del mundo que hace la institución "Times Higher Education".

El campus cuenta con un total de 163 edificios, distribuidos a través de 1.7 km cuadrados, en la zona oeste de la ciudad, en el barrio de Westwood, dejando las playas de Santa Mónica a un lado, y las casas lujosas del barrio de Beverly Hills a otro. Su edificio más fotografiado y simbólico, el "Royce Hall", uno de los cuatro orginarios, está inspirado en la Basílica de San Ambrosio, en Milan.

Las instalaciones son bonitas, impactantes y útiles: uno podría pasar días sin salir de este recinto sin aburrirse ni darse cuenta, alternando baños en sus piscinas, jornadas de duro gimnasio, partidos de fútbol o frisbee en sus grandes espacios, leyendo en sus bibliotecas, comiendo hamburguesas en su centro comercial, o tumbándose a descansar bajo la sombra de cualquier árbol. Por estos edificios, pasillos, caminos y parques, caminan todas las mañanas muchos estudiantes, que llegan tarde a sus clases, vienen de broncearse al sol o descansan a comer en la terraza del Ackerman Union. Algunos circulan en bici, otros se lanzan en monopatines.

Entre ellos, suelo mezclarme yo, que voy y vengo de un lado para otro, ya sea a las facultades, ya sea a jugar partidos de fútbol, ya sea a juntarme con algunos amigos. Estoy estudiando el último año de la carrera de periodismo, y asisto a tres clases cada trimestre. El seguimiento académico no es ni agotador ni muy dificil, aunque es constante y continuo, y la lengua inglesa aumenta bastante la complicación. Es sorprendente, por ejemplo, que todas las asignaturas tienen exámenes parciales, en un par de semanas oficialmente dedicadas a ellos.

En las aulas, los americanos son atentos y participativos. Si las explicaciones del profesor son a una hora temprana, entre las ocho y media y las once de la mañana, uno no debe sorprenderse si ve a sus compañeros con bolsas de desayuno, comiendo bocadillitos de bacon, queso y tortilla, y bebiendo coca-cola fresca, o cafés calientes. Es una costumbre bastante habitual. Otro aspecto que podría alarmar a un visitante son las ropas de la gente: una inmensa mayoría de alumnos acude a las clases en ropa deportiva y con chanclas de piscina. Yo he visto a poca gente hacer eso en mi universidad madrileña, pero no cabe duda de que es una buena manera de resistir el calor de California.

Yo, siempre que llego a mi clase, busco un asiento junto a algunos amigos o conocidos, y saco mi cuaderno para tomar algunos apuntes, y escribir ideas. En la misma fila donde yo me siento, los demás alumnos sacan sus ordenadores portátiles, bucean por alguna red social y abren los programas de escritura. Más de la mitad de una clase de noventa alumnos toma notas con sus ordenadores portátiles. En mi universidad madrileña, sólo recuerdo haber visto a tres o cuatro chavales. Esto es Los Ángeles.

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